-Izúcar de Matamoros desentraña su herencia prehispánica con hallazgo de esqueleto de 500 años
Juan Rubio / Izúcar de Matamoros, Pue.
Bajo las piedras del zócalo de Izúcar de Matamoros, un descubrimiento arqueológico ha reavivado el diálogo entre el presente y un pasado remoto. Durante los trabajos de remodelación de la plaza principal, un equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) localizó los restos de un esqueleto humano con al menos cinco siglos de antigüedad, junto a cimientos de una vivienda colonial temprana. El hallazgo, confirmado por el presidente municipal Eliseo Morales Rosales, ofrece una ventana a la época de contacto entre las culturas originarias y los colonizadores españoles, reforzando la identidad histórica de este municipio poblano.
La osamenta fue encontrada cerca del kiosco central del zócalo, en un área donde se realizaban excavaciones para modernizar la infraestructura urbana. Según el comunicado oficial del ayuntamiento, los arqueólogos del INAH consideran preliminarmente que el entierro data del período de transición entre la ocupación prehispánica y la llegada de los europeos, es decir, entre los siglos XV y XVI. Este dato sugiere que el individuo pudo haber vivido durante un momento crítico de transformación cultural en la región.
Morales Rosales detalló que, junto al esqueleto, se identificaron estructuras arquitectónicas antiguas, incluyendo cimientos de una casa centenaria. “Queremos que los ciudadanos vean y validen estos hallazgos”, enfatizó el edil, al anunciar que desde el próximo miércoles se organizarán visitas guiadas para estudiantes de cuatro escuelas locales. Grupos de 20 alumnos, acompañados por expertos del INAH, conocerán detalles sobre la dieta, las costumbres y el contexto histórico del individuo descubierto.
El mandatario municipal subrayó que la administración local mantiene una estrecha coordinación con el INAH para garantizar la preservación del patrimonio. “El director del instituto nos recomendó tres excavaciones profundas para buscar más indicios. Este hallazgo confirma que Izúcar es un lienzo vivo de nuestra historia”, declaró.

Los restos óseos, actualmente en proceso de estabilización para evitar su deterioro, serán trasladados a laboratorios especializados en Puebla. Allí, se realizarán análisis antropológicos y genéticos para precisar su origen étnico, edad, género y posibles causas de muerte. Mientras tanto, las labores de remodelación del zócalo continuarán bajo supervisión arqueológica, respetando los protocolos de protección de bienes culturales.
Este no es el primer vestigio prehispánico encontrado en el centro histórico. En zonas como El Tianguillo y la Casa Colorada, anteriores excavaciones revelaron cerámicas, herramientas y entierros que confirman la continuidad del asentamiento humano desde épocas precolombinas. Para los especialistas, estos hallazgos consolidan a Izúcar como un punto clave para entender las dinámicas sociales y económicas de la Mixteca-Puebla antes y después de la Conquista.
Eliseo Morales destacó que la iniciativa de incluir a estudiantes en las visitas busca “fomentar orgullo por nuestras raíces”. Los recorridos, además de exhibir el esqueleto, explicarán cómo las intervenciones arqueológicas reconstruyen la memoria colectiva.
Aunque el hallazgo ha generado expectativa, también plantea desafíos logísticos. La autorización formal del INAH para continuar trabajos en la calle Revolución aún está pendiente, lo que podría retrasar parcialmente la remodelación. No obstante, el ayuntamiento insiste en que el proyecto urbano y la conservación del patrimonio “no son excluyentes”.

Mientras tanto, vecinos y curiosos se congregan en los límites del área acordonada, ansiosos por atestiguar un fragmento de su legado. Para muchos, el descubrimiento refuerza la necesidad de integrar la historia local en la educación básica.
El hallazgo en el zócalo de Izúcar no solo enriquece el acervo arqueológico de México, sino que también redefine la manera en que las comunidades interactúan con su herencia. Al transformar un espacio cotidiano en un aula abierta, el gobierno municipal y el INAH demuestran que la historia no es un relato estático, sino una herramienta para construir identidad.
Con los restos rumbo a Puebla y las excavaciones en pausa hasta nueva orden, Izúcar de Matamoros espera. Espera que los análisis científicos revelen más secretos, que las nuevas generaciones abracen su herencia y que cada piedra removida cuente, por fin, su propia historia.