**Aumento exponencial de casos y desafíos en vacunación**
Juan Rubio
Información nacional.
El dengue, una enfermedad transmitida por mosquitos, se ha convertido en uno de los problemas de salud más graves a nivel mundial. Con un aumento exponencial de casos en los últimos años, especialmente en países como México, este padecimiento viral representa un desafío significativo para los sistemas de salud pública.
Arturo Reyes Sandoval, director general del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y experto en desarrollo de vacunas, advirtió que el cambio climático, la densidad poblacional y las altas tasas de comorbilidades como diabetes y obesidad, están exacerbando la propagación del virus.
En entrevista con La Jornada, Reyes Sandoval destacó que, aunque el desarrollo de una vacuna contra el dengue es complejo debido a los cuatro serotipos del virus y su alta variabilidad, los avances científicos recientes permiten prever que en menos de dos años se tendrá una vacuna autorizada y disponible. México, a través del IPN, está jugando un papel crucial en este esfuerzo, con la creación del Laboratorio Nacional de Vacunología y Virus Tropicales (LNVyVT), una instalación de vanguardia certificada por el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta.


Comités de Salud Ambiental: Clave en la lucha contra el Dengue
En entrevista con el doctor Maximino Nava Betanzos, médico especialista en epidemiología, se destacó la importancia de crear Comités de salud ambiental convocados por la ciudadanía en colonias, comunidades y municipios, con el fin de combatir la proliferación del mosquito transmisor del dengue. Según el médico Nava Betanzos, así como existen sectores que cubren áreas generales, deberían formarse estas agrupaciones para impulsar iniciativas efectivas contra el dengue.
El especialista explicó que uno de los métodos más efectivos es la realización de jornadas permanentes de descacharramiento, donde se retiran materiales como llantas, plásticos, envases y artículos viejos, que sirven como criaderos para los mosquitos al acumular agua y permitir la incubación de huevecillos.
“Antes se conocía en qué temporadas llovería, sin embargo, el cambio climático ha modificado esta narrativa. Ahora, lo que antes eran temporales predecibles, se han vuelto inciertos. Hay meses con sequías extremas y otros con lluvias ácidas”, señaló Maximino Nava Betanzos, haciendo hincapié en la necesidad de acciones preventivas continuas.
El dengue, recordó, comienza como una pequeña larva que luego se convierte en mosquito y repite su ciclo de vida, con la capacidad de producir millones de huevecillos en poco tiempo. Por ello, subrayó la urgencia de generar conciencia sobre el riesgo latente, ya que incluso en objetos tan pequeños como corcholatas o tapas de refresco, pueden incubarse estos huevecillos.
El doctor Nava Betanzos también advirtió que el mosquito transmisor del dengue se ha fortalecido. Anteriormente, se encontraba solo en zonas endémicas de climas cálidos, como las Mixtecas Oaxaqueña y Poblana, pero ahora se ha desplazado hacia áreas de mayor altitud, incrementando así los casos de infección en lugares no acostumbrados a enfrentarlo.
Además, mencionó que cuando personas provenientes de zonas frías viajan a áreas cálidas y son picadas por un mosquito infectado, al regresar a su lugar de origen ya están enfermas. Esto se complica aún más cuando los centros de salud públicos carecen de personal capacitado, tanto para diagnosticar como para detectar el dengue oportunamente.
Como dato relevante, el médico explicó que solo las hembras del mosquito son las que pican y transmiten la enfermedad, mientras que los machos no representan un riesgo en ese sentido.
El llamado del especialista es claro: la participación ciudadana en la creación de Comités de salud ambiental y la realización constante de jornadas de descacharramiento, son fundamentales para enfrentar el dengue en un contexto cada vez más incierto y desafiante.

Un problema que crece: el impacto del cambio climático
El dengue ya no es una enfermedad limitada a regiones tropicales y subtropicales. El cambio climático ha permitido que el mosquito Aedes aegypti, vector de la enfermedad, expanda su hábitat a zonas urbanas y templadas. En México, por ejemplo, los casos se han disparado de 50 mil anuales en las primeras dos décadas del siglo, a más de 125 mil en los primeros meses de 2024. Este incremento no solo refleja una mayor incidencia, sino también una mayor capacidad de detección gracias a la mejora en las pruebas diagnósticas.
Reyes Sandoval explicó que el dengue puede evolucionar de una forma leve a una grave, conocida como dengue hemorrágico, que puede ser mortal. Los grupos más vulnerables son los adultos mayores, los niños y las personas en condiciones de pobreza, quienes enfrentan mayores riesgos debido a la falta de acceso a servicios de salud adecuados.

México en la vanguardia de la investigación
México no solo está enfrentando el problema, sino que también está contribuyendo activamente a la solución. El IPN, junto con otras instituciones, está desarrollando vacunas y tratamientos innovadores. El Laboratorio Nacional de Vacunología, con una inversión inicial de 70 millones de pesos, es un ejemplo de la capacidad científica del país. Este laboratorio, equipado con tecnología de bioseguridad nivel 3, permite trabajar con virus altamente patógenos como el dengue, el zika y el chikungunya.
Además, el IPN ha lanzado el Posgrado de Ciencia y Tecnología de Vacunas y Bioterapéuticos, el único programa de su tipo en el mundo, que forma especialistas en el desarrollo y registro de vacunas. Reyes Sandoval enfatizó que, aunque países como Brasil y Japón están más avanzados en el desarrollo de una vacuna contra el dengue, México tiene la infraestructura y el talento humano necesario para competir en este campo.
El desafío financiero y la importancia de la inversión
Uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de vacunas contra enfermedades como el dengue es la falta de financiamiento. Reyes Sandoval señaló que las enfermedades que afectan principalmente a países de ingresos medios y bajos, suelen recibir menos atención y recursos. Sin embargo, la pandemia de Covid-19 demostró que, cuando hay voluntad política y financiamiento, es posible lograr avances significativos en tiempo récord.
El experto recordó que el diseño de la vacuna contra el Covid-19 en Oxford, donde él colaboró, tomó apenas un mes. Este logro fue posible gracias a la inversión en investigación y desarrollo, algo que debe replicarse para el dengue y otras enfermedades tropicales.
El Plan Nacional contra el Dengue: una respuesta integral
Ante el aumento de casos, el gobierno mexicano implementó el Plan Nacional contra el Dengue, que incluye medidas como la distribución de insecticidas, larvicidas y campañas de nebulización. Sin embargo, el éxito de estas acciones depende en gran medida de la participación comunitaria. La población debe estar informada sobre los síntomas del padecimiento, que incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, dolor muscular y articular, y evitar la automedicación, ya que el uso de antiinflamatorios como la aspirina puede agravar la enfermedad.

El mito del dengue en la Ciudad de México
Uno de los mayores desafíos en la lucha contra el dengue es la percepción errónea de que esta enfermedad no afecta a ciertas regiones. En la Ciudad de México, por ejemplo, muchos médicos descartan el diagnóstico de dengue incluso, cuando los pacientes presentan síntomas claros y antecedentes de viajes a zonas endémicas. Este sesgo geográfico puede retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuado, poniendo en riesgo la vida de los pacientes.
Un caso reciente ilustra este problema: una paciente que presentó síntomas de dengue después de viajar al Caribe, fue diagnosticada erróneamente con una infección bacteriana. Tras semanas de automedicación y consultas con múltiples especialistas, finalmente se confirmó que tenía dengue. Este tipo de situaciones subraya la necesidad de capacitar mejor al personal médico y sensibilizar a la población sobre los riesgos de la enfermedad en todas las regiones del país.
Un llamado a la acción
El dengue es una enfermedad que no conoce fronteras y que requiere una respuesta global coordinada. México, con su capacidad científica y tecnológica, está bien posicionado para contribuir a la solución, pero se necesita mayor inversión y compromiso político. La creación de vacunas, la mejora en la detección y el tratamiento, y la educación de la población son pilares fundamentales para controlar esta crisis.
Como advierte Reyes Sandoval, el dengue no es solo un problema de salud pública, sino también una consecuencia de las desigualdades globales y el cambio climático. Combatirlo requiere no solo de ciencia y tecnología, sino también de solidaridad y acción colectiva. El tiempo para actuar es ahora, antes de que esta enfermedad siga cobrando más vidas y afectando a millones de personas en todo el mundo.

