Tepeojuma, municipio de la Mixteca poblana, enfrenta una crisis de seguridad sin precedentes tras una escalada de violencia que incluye balaceras, ejecuciones y ataques armados. El alcalde Gustavo Sánchez Martiñón admitió que la delincuencia ha rebasado las capacidades locales, trasladando la responsabilidad de seguridad a autoridades estatales y federales, pese a intentar atribuirse inicialmente la detención de cuatro presuntos agresores de policías municipales, operativo que en realidad fue ejecutado por fuerzas federales.
En menos de un mes, Tepeojuma ha registrado múltiples episodios violentos, como el ataque del martes contra una patrulla municipal en la colonia San Francisco. El hecho desencadenó una persecución con apoyo de Marina, Ejército y Policía Estatal, donde se aseguró a cuatro personas. Sin embargo, Martiñón reconoció que las autoridades municipales son “incapaces” de contener la criminalidad, lo que lo llevó a solicitar formalmente la intervención de fuerzas superiores.
Entre las medidas aprobadas destacan:
- La designación de un mando militar o naval para dirigir la seguridad pública local.
- El establecimiento de un operativo permanente con células del Ejército, Marina y Policía Estatal, que residirán en el municipio.
- La instalación de cámaras de vigilancia en accesos estratégicos, monitoreadas en tiempo real por la Policía Federal en Puebla, junto con apoyo de ciberpolicía.
Este miércoles, el alcalde recibirá a funcionarios estatales para avanzar en la implementación del sistema de videovigilancia, mientras el Ministerio Público investiga los últimos incidentes.
La decisión de Martiñón de delegar la seguridad refleja no solo la incapacidad de su administración, sino la profundización de un vacío de autoridad que mantiene en riesgo a la población. Aunque el despliegue federal busca contener la violencia, la comunidad cuestiona si estas acciones serán suficientes para revertir un conflicto que ya ha arraigado sus raíces en la vida cotidiana de Tepeojuma. Mientras tanto, el municipio espera bajo frágil esperanza que la presencia militar marque un antes y un después en su lucha por la paz.
