– Van 52 casos y 3 muertes en seis años por desabasto médico.
En los últimos seis años, 52 personas privadas de la libertad en centros penitenciarios de Puebla fueron diagnosticadas con enfermedades de transmisión sexual (ETS), entre ellas VIH, Sífilis y Hepatitis C. Tres hombres fallecieron a causa de estas afecciones, según datos oficiales. La Comisión de Derechos Humanos (CDH) del estado ha emitido más de 80 medidas cautelares por deficiencias en la atención médica, mientras persisten el desabasto de medicamentos y la sobrepoblación en las cárceles.
Entre 2018 y 2024, los casos acumulados incluyeron a 17 hombres con VIH y seis mujeres infectadas (cuatro con VIH y dos con Sífilis). Tres internos masculinos murieron: dos de 33 años en 2018 y 2023, y un adulto mayor de 76 años en noviembre de 2024. Rosa Isela Sánchez Soya, presidenta de la CDH en Puebla, señaló que la ubicación de los centros penitenciarios y la falta de insumos agravan el acceso a tratamientos: “El hacinamiento no es excusa para negar atención oportuna”, afirmó.

La sobrepoblación es un factor crítico: el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2024 reveló que las cárceles de Acatlán, Tecamachalco, Libres y Huejotzingo reprobaron en servicios e instalaciones, con una calificación promedio de 5.83. Además, 81.5% de los casos corresponden a VIH, 11.5% a Hepatitis C y 7.2% a Sífilis.
Melanie Meza, visitadora de la CDH, destacó que, tras cada deceso, se brinda acompañamiento a familias y se emiten recomendaciones a los penales. Por su parte, la médica Fanny Quecholac urgió a familiares de reclusos a proveer medicamentos ante la falta estatal: “El sistema de salud es deficiente; cualquier apoyo externo es crucial”, subrayó.
La crisis sanitaria en las prisiones de Puebla refleja un problema estructural: la combinación de abandono institucional, infraestructura inadecuada y la vulneración sistemática del derecho a la salud. Mientras las autoridades no prioricen soluciones concretas como garantizar medicamentos y reducir el hacinamiento, los diagnósticos y muertes prevenibles seguirán marcando la realidad carcelaria.

