El cardenal estadounidense fue elegido como el sucesor de Francisco. La Iglesia Católica comienza un nuevo capítulo.
Fumata blanca anuncia al nuevo líder de la Iglesia
Este jueves 8 de mayo, a las 18:07 hora local de Roma (10:07 de la mañana en Ciudad de México), el humo blanco emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina. Señal inequívoca de que el cónclave había llegado a un consenso.
Las campanas de la Basílica de San Pedro repicaron con fuerza. Mientras, miles de fieles, reunidos en la Plaza, celebraban el anuncio tan esperado: ¡Habemus Papam!.
La elección se concretó en la segunda jornada del cónclave, con la participación de 133 cardenales electores, quienes decidieron quién sucedería al Papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril.
Robert Prevost, el primer Papa estadounidense
El elegido es Robert Francis Prevost, nacido en Chicago en 1955, de 69 años de edad. El nuevo pontífice será conocido como León XIV, convirtiéndose en el primer Papa originario de los Estados Unidos en la historia de la Iglesia Católica.
Prevost es miembro de la orden de San Agustín y ha tenido una destacada trayectoria pastoral en América Latina, particularmente en Perú, país donde vivió durante años y obtuvo la nacionalidad en 2015.
Fue misionero en Trujillo desde la década de los 80, dirigió el seminario agustiniano durante una década y más tarde fue obispo de la diócesis de Chiclayo.
Habla español con fluidez y ha sido una figura cercana a las comunidades de base. En el Vaticano, se desempeñaba como prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
La emotiva espera en la Plaza de San Pedro
Tras confirmarse la elección, Prevost fue acompañado a la llamada “sala de las lágrimas”, donde los papas recién electos se revisten por primera vez con los hábitos papales. Mientras tanto, miles de personas esperaban con fervor en la Plaza su aparición en el balcón central de la Basílica.
Poco después, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti apareció para proclamar en latín la fórmula tradicional: “Annuntio vobis gaudium magnum. Habemus Papam”. Así se dio a conocer oficialmente el nombre del nuevo Sumo Pontífice.

Desde el balcón, León XIV ofreció su primera bendición “Urbi et Orbi” —a la ciudad y al mundo—, una de las más solemnes del papado, reservada para tres ocasiones: el día de su elección, la Navidad y el Domingo de Resurrección.
Un pontificado marcado por la experiencia misionera
La elección de León XIV marca un giro significativo en el liderazgo de la Iglesia Católica. Su experiencia en el continente latinoamericano, su dominio del español y su vocación pastoral cercana a las comunidades vulnerables lo perfilan como un Papa comprometido con la justicia social, el diálogo intercultural y la renovación de las estructuras eclesiásticas.
Durante su primer discurso, expresó su gratitud al pueblo peruano, especialmente a su antigua diócesis en Chiclayo, y recordó con afecto el legado del Papa Francisco, a quien definió como “un padre para todos, especialmente para los más olvidados”.