**Especialistas urgen reforestación con especies nativas, para mitigar crisis**
Juan Rubio
Izúcar de Matamoros, Pue.
Fotos: Michelle López
La sequía prolongada en la región Mixteca, agravada por el cambio climático y prácticas humanas inadecuadas, ha desencadenado un colapso en sus ecosistemas. Autoridades y expertos advierten sobre la pérdida acelerada de biodiversidad vegetal, la alteración de ciclos hidrológicos y la urgencia de adoptar medidas basadas en ciencia y participación comunitaria, para evitar daños irreversibles.
Crisis climática y su impacto en los ciclos de lluvia
Manolo Vega, director estatal de Cambio Climático y Diputado federal suplente del Distrito 14, explicó que el aumento global de temperaturas y los cambios en los patrones de viento, han reducido los sistemas generadores de lluvia. “México es uno de los países más afectados por esta crisis, pero el problema es global. En la Mixteca, la falta de precipitaciones ya no es estacional; es continua”, señaló.
Esta sequía persistente ha secado ríos emblemáticos como el Nexapa y el Balsas, vitales para la agricultura y la recarga de acuíferos. Sin embargo, cuando las lluvias llegan, lo hacen de forma torrencial, provocando inundaciones que el suelo no logra absorber. “La expansión urbana ha destruido cuencas naturales, reduciendo la capacidad de los ecosistemas para adaptarse a estos extremos”, agregó Vega.

Especies invasoras: un enemigo silencioso
Uno de los factores que intensifican la crisis, es la introducción de especies vegetales no nativas. Eucaliptos y ficus, comúnmente usados en programas de reforestación, consumen grandes cantidades de agua y compiten con plantas endémicas. “Estas especies no están adaptadas al suelo ni al clima local. En lugar de ayudar, agravan la escasez hídrica”, advirtió Manolo Vega.
En contraste, especies nativas como el mezquite —un árbol resistente a la sequía— han sido desplazadas, pese a su importancia ecológica. Su raíz profunda estabiliza el suelo, previene la erosión y contribuye a la infiltración de agua. “Priorizar su reproducción sexual, en lugar de la asexual, asegura diversidad genética y mayor resistencia a plagas”, detalló el funcionario.
Plagas y monocultivos: un círculo vicioso
La Mixteca alberga cultivos clave como el agave, esencial para la producción de mezcal. No obstante, la reproducción asexual masiva de estas plantas ha mermado su variabilidad genética. Alejandro Aguilar, analista ambiental, subrayó que esto las vuelve vulnerables a parásitos como el picudo del agave. “Sin diversidad, las defensas naturales desaparecen. Las plagas avanzan y arrasan con cultivos enteros”, especificó.
Este fenómeno no solo afecta la economía local, sino que acelera la pérdida de biodiversidad. “Al debilitarse los agaves, se rompen cadenas tróficas enteras. Insectos, aves y mamíferos que dependen de ellos, también sufren”, añadió Alejandro Aguilar.
Soluciones: ciencia, comunidad y educación
Ambos expertos coinciden en que la remediación requiere un enfoque integral. Manolo Vega insta en revalorizar la selva baja caducifolia, un ecosistema típico de la Mixteca que, aunque aparenta ser árido, alberga una biodiversidad única. “Llamarlo ‘secarral’ es un error. Debemos protegerlo mediante reforestación inteligente”, afirmó.
Para ello, propone campañas que prioricen especies nativas y eviten proyectos de escritorio. “La participación comunitaria es clave. Antes de plantar, hay que consultar a quienes conocen la tierra”, resaltó. Programas de educación ambiental, enfocados en enseñar el valor intrínseco de cada especie, complementarían estas acciones.
Alejandro Aguilar por su parte, hizo un llamado ético: “La conservación no debe justificarse solo por su utilidad económica. Cada especie merece existir, independientemente de su valor comercial”.
Casos de éxito y desafíos pendientes
En municipios como Santiago Mitlatongo, proyectos piloto de reforestación con mezquites han demostrado avances. Los suelos muestran menor erosión y las comunidades reportan una ligera recuperación de manantiales. Sin embargo, falta escalar estas iniciativas. “Necesitamos políticas públicas con presupuesto real y seguimiento técnico”, aseveró el director estatal de Cambio Climático.
El reto mayor sigue siendo combatir la desinformación. “Muchos aún creen que un árbol frondoso, aunque sea invasor, es mejor que un mezquite. Debemos cambiar esa percepción”, concluyó.
La crisis en la Mixteca no es solo ambiental; es un reflejo de cómo la desconexión entre ciencia, política y sociedad agrava los problemas. No obstante, las soluciones están al alcance: rescatar saberes locales, invertir en especies nativas y entender que la vida —como el mezquite— no requiere justificarse para ser protegida.
En un planeta donde los extremos climáticos son la nueva normalidad, la resiliencia depende de acciones tan profundas, como las raíces que sostienen la tierra.

