**Ambas decisiones perjudicarán la economía nacional de países vecinos**
Michelle López
Información internacional.
La política migratoria y económica de Donald Trump vuelve a sacudir la agenda internacional. En una serie de decisiones recientes, el ex mandatario ha logrado que la Corte Suprema de Estados Unidos le permita revocar el estatus de “parole” humanitario a más de 500 mil migrantes, al tiempo que fortalece su política arancelaria, generando un impacto directo en países latinoamericanos, incluido México.
Fin del “parole”: la amenaza de una deportación masiva
El pasado viernes, la Corte Suprema estadounidense avaló el fin del programa de “parole humanitario”, otorgado a más de 532 mil migrantes venezolanos, cubanos, haitianos y nicaragüenses. Esta figura jurídica, implementada por el presidente Joe Biden, permitía que ciertos migrantes permanecieran en Estados Unidos, por razones humanitarias urgentes o por beneficio público significativo.
Con el nuevo fallo, la administración de Trump podrá reactivar procesos de expulsión acelerada, lo cual deja a cientos de miles de personas en un limbo legal y a un paso de ser deportados. La medida no sólo supone una crisis humanitaria de grandes dimensiones, sino que también presiona a países de origen y tránsito, como México, que deberá prepararse ante un posible incremento de retornados y desplazamientos forzados en su frontera sur.
Aranceles reforzados: consecuencias comerciales para la región
Paralelamente, un tribunal federal de apelaciones permitió reactivar los aranceles promovidos por Trump, los cuales habían sido previamente bloqueados por la Corte de Comercio Internacional. Con este nuevo respaldo judicial, el ex presidente anunció con entusiasmo que duplicará del 25 % al 50 % los aranceles al acero, una medida con implicaciones severas para los socios comerciales de Estados Unidos, entre ellos México, que exporta una parte significativa de este material al país vecino.
Aunque Trump argumenta que la medida fortalecerá la industria acerera estadounidense, expertos advierten que podría generar represalias comerciales, encarecimiento de productos y un deterioro en las relaciones económicas multilaterales.
México: entre la presión migratoria y la vulnerabilidad económica
Estas decisiones evidencian el rumbo que podría tomar Estados Unidos si Trump vuelve a la presidencia: mano dura contra la migración y proteccionismo comercial extremo. Para México, ambas medidas significan retos inmediatos.
En el plano migratorio, el país podría ver un crecimiento de las caravanas, el saturamiento de albergues fronterizos, y una presión diplomática para contener flujos migratorios, que ya superan su capacidad operativa y humanitaria.
En lo económico, el incremento de aranceles a productos como el acero afectará cadenas de suministro, exportaciones clave y empleos vinculados al comercio bilateral. México, cuya economía depende en gran parte de sus relaciones con Estados Unidos, podría experimentar un impacto negativo en su crecimiento, si los aranceles se extienden a otros sectores o países.
Un viraje en la política exterior
Trump no oculta su intención de reinstalar su política de “Estados Unidos primero”, privilegiando acuerdos bilaterales por encima de tratados internacionales. A pesar de que aún enfrenta procesos judiciales, sus decisiones —avaladas por tribunales federales— muestran que mantiene un peso considerable en la agenda política y económica estadounidense.
El escenario no solo genera incertidumbre en los mercados, sino que también pone en alerta a los gobiernos vecinos, que dependen del equilibrio económico y migratorio con el país del norte.
La combinación de deportaciones masivas y proteccionismo comercial planteada por Trump amenaza con desestabilizar la región. Para México, la situación exige una estrategia firme, tanto en la defensa de los derechos humanos de los migrantes como en la diversificación de su política comercial, ante el posible endurecimiento de las reglas del juego con su principal socio económico.
Si la justicia estadounidense sigue inclinándose a favor de las políticas de Trump, los países vecinos deberán prepararse para un periodo de mayor tensión diplomática, presión social y desafíos económicos.
