Las manifestaciones del 1° de mayo se tornaron violentas en varias ciudades. Sindicatos denunciaron represión policial y grupos radicales provocaron disturbios.
Francia vivió este miércoles una jornada marcada por disturbios durante las tradicionales marchas por el Día Internacional de los Trabajadores.
Miles de personas salieron a las calles en más de 260 manifestaciones convocadas por los principales sindicatos. Las movilizaciones pedían justicia social, mejores condiciones laborales y rechazaban el avance de la extrema derecha.
Choques con la policía y presencia de grupos radicales
En ciudades como París, Lyon y Nantes, las protestas derivaron en enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad. En la capital, se reportaron barricadas, gases lacrimógenos y detenciones.
La prefectura de París desplegó 2 mil policías ante la posible infiltración de grupos radicales como los Black Blocs. Hasta las 15:30 horas se habían realizado 13 arrestos.
En Lyon, individuos encapuchados intentaron dañar comercios y atacaron con proyectiles a la policía. Las autoridades respondieron con gases y cañones de agua.
Las tensiones también se sintieron en Nantes, donde se lanzaron morteros y se reportaron varias detenciones.
Protestas por pensiones y salarios
Además del rechazo a la ultraderecha, los sindicatos exigieron revertir la reforma que eleva la edad de jubilación a 64 años.
La secretaria general de la CGT, Sophie Binet, denunció que “las cuestiones sociales han sido invisibilizadas” en el debate público.
Marylise Léon, líder de la CFDT, advirtió sobre una “crisis de empleo” y pidió soluciones concretas. “El trabajo sigue siendo el gran tema del momento”, dijo.
Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, llamó a derogar la reforma y restablecer la jubilación a los 60 años.
Clima político y tensión social
El gobierno francés enfrenta presiones por la inseguridad, la crisis económica y el descontento social. Una nueva moción de censura amenaza con debilitar aún más al primer ministro François Bayrou.
El asesinato del joven musulmán Aboubakar Cissé también avivó el debate sobre racismo e islamofobia. El ministro del Interior se negó a llamar al caso un atentado, generando críticas.
En medio de este contexto, Marine Le Pen encabezó un acto paralelo en Narbona, donde reafirmó su intención de competir por la presidencia en 2027.